Monterrey

Angel Maass: ¿Tendremos efecto rebote?

Puntos de vista sobre las expectativas de crecimiento económico nacional para 2021.

Me permito aclarar que esta columna no refiere al temido enemigo de las dietas, por cierto, muy comunes a inicio de cada año.

Más bien quiero compartir algunos puntos de vista sobre las expectativas de crecimiento económico nacional para 2021. Con frecuencia me preguntan si ya tocamos fondo y cuánto tiempo tardaremos en recuperarnos.

Diversos líderes de opinión han manifestado la trayectoria de la recuperación esperada que va desde la famosa palomita haciendo alusión al logotipo de la marca deportiva hasta las letras V, W y K. Si bien todavía no existe evidencia contundente sobre su forma, recién el INEGI reportó que anticipa una contracción del 4.4 por ciento para el indicador global de la actividad económica (IGAE) para el mes de enero del presente respecto al mismo período del año previo.

En otras palabras, seguimos en terreno negativo y con un comportamiento heterogéneo entre sectores. Precisamente de aquí se desprende mi comentario. No me extrañaría que el día que se presentara un crecimiento marginal lo celebremos como si hubiéramos ganado el mundial. Casualmente, esto podría coincidir con las próximas elecciones. Aunque, debemos tener claro que venimos de una contracción severa y por mera estadística básica, cualquier incremento podría verse muy alentador cuando la realidad resulta ser muy diferente.

Recordemos que, a estas alturas del año pasado, aún no se había declarado la emergencia sanitaria por Covid-19, ni tampoco sufrido las consecuencias derivadas por el confinamiento.

De hecho, el mayor detrimento económico se manifestó durante el segundo trimestre de 2020, justo cuando el IGAE se redujo en mayo hasta 21.39 por ciento en términos anuales. Aunado al referido comunicado de INEGI, tampoco hay que olvidar las pérdidas por la falta de luz y las restricciones del uso de gas que seguramente tendrán efectos adversos en la actividad económica una vez que se publiquen los datos de febrero del presente año.

Para poner en contexto, se estima que tan sólo en Nuevo León se perdieron aproximadamente 17 mil 500 millones de pesos en siete días por dicho motivo.

Resulta interesante destacar que poco antes de este par de eventos, Banco de México (Banxico) decidió de forma unánime disminuir la tasa de interés en 25 puntos base para ubicarla en 4 por ciento a partir del 12 de febrero de 2021. Seguramente no fue un regalo adelantado por el día del amor y la amistad, ni tampoco creo que hayan vislumbrado las afectaciones de luz y gas.

¿Acaso la reacción de Banxico podría interpretarse como una aceptación y adaptación del entorno global y nacional? Más allá que el espacio de política monetaria es cada vez menor, diversos analistas coincidimos que podría haber hasta 2 ajustes a la baja en la tasa de interés durante el presente año.

Esto se desprende de la cita textual de su comunicado de prensa de Banxico: "Se anticipan amplias condiciones de holgura a lo largo del horizonte en el que opera la política monetaria". Quizás esta percepción es la que ha llevado a ajustar ligeramente al alza las perspectivas de crecimiento económico. No obstante, hasta la fecha el escenario más optimista no alcanza a resarcir la contracción acumulada del producto interno bruto (PIB) de 2019 y 2020.

En términos de política fiscal, no pretendo descalificar los apoyos ofrecidos, aunque estos han sido restrictivos en comparación con las medidas adoptadas por Banxico, así como con países que poseen una calificación crediticia similar a México. En lo personal, considero que quizá se haya tomado esta medida como mitigante para no perder el grado de inversión, que seguramente en la próxima revisión de calificación, su indicador de deuda a PIB estará mejor posicionada que sus pares, que entre otras métricas es analizado por las agencias calificadoras.

Como conclusión sobre este punto, tanto la política monetaria como fiscal son piezas clave que deben acompañarse una a la otra, ya que de manera independiente difícilmente se permeará un efecto favorable en la economía. Al respecto, no puedo dejar escapar el tema de reforma a la ley eléctrica, que para cuando se publique esta columna, seguramente ya conoceremos el resultado de la votación en la cámara de diputados. Sólo espero que, en caso de ser aceptada, realmente aporte y construya confianza.

Creo que a todos nos queda claro que la recuperación económica se irá dando de manera gradual en la medida en que los contagios del Covid-19 vayan a la baja, así como consecuencia de la producción y distribución de vacunas, que no es nada fácil pero tampoco es imposible. Lo que definitivamente no se puede hacer es mandar señales o hechos que interfieran en la actividad económica.

Esto como en el caso de las afectaciones a las manufacturas que van repuntando y que representan aproximadamente una tercera parte de las exportaciones totales. Desafortunadamente, esto ha sido gracias al impulso de nuestros vecinos del norte y no propiamente por una demanda interna.

El autor es economista por el Tecnológico de Monterrey (Campus Monterrey) con máster en finanzas y administración, ambos grados por EGADE. Actualmente es Director de Estudios Económicos de Grupo Unicco, aunque las opiniones aquí plasmadas no necesariamente coinciden con la entidad en la que labora.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.